martes, 18 de enero de 2011

El bambú

No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego.
También es obvio que quien cultiva la tierra no se detiene impaciente frente a la semilla sembrada, y grita con todas sus fuerzas: ¡Crece, maldita seas!
Hay algo muy curioso que sucede con el bambú y que lo transforma en no apto para impacientes: Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente. Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. 
En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles. 
Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas la planta de bambú crece ¡más de 30metros! 
¿Tardó sólo seis semanas crecer? No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse. 
Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años. 
Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo. Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta.
Es tarea difícil convencer al impaciente que sólo llegan al éxito aquellos que luchan en forma perseverante y saben esperar el momento adecuado. 
De igual manera es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada está sucediendo. Y esto puede ser extremadamente frustrante.  
En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, y aceptar que en tanto no bajemos los brazos, ni abandonemos por no "ver" el resultado que esperamos, si está sucediendo algo dentro nuestro: estamos creciendo, madurando.  
Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando éste al fin se materialice. El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación. Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros. Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia.  
Tiempo... Cómo nos cuestan las esperas, qué poco ejercitamos la paciencia en el mundo  en el que vivimos...  
Te propongo tratar de recuperar la perseverancia, la espera, la aceptación. Si no consigues lo que deseas, no desesperes... quizá solo estés echando raíces....

2 comentarios:

Ezequiel Zelin dijo...

Es la paciencia una de las visrtudes de la que más carecemos y que sin embargo más necesitamos... el bambú es una de las plantas más fuertes que existen, sus troncos de más de 30 mestros de largo son proporcionalmente más fuertes que el própio acero, en algunos países se usa para construir la estructura de los edificios ya que el acero se rompería en caso de terremoto... pero algo tan fuerte, tan flexible... requiere un tiempo, como todas las cosas complejas y maravillosas de esta vida... necesita tiempo para crecer...

Marta dijo...

Como buena impulsiva que soy, la paciencia no es una de mis virtudes principales, intento cultivarla, pero cuesta. Aunque creo que es ahora cuando me doy cuenta de que tal vez tenga mas de la que pensaba.... He encontrado una cierta similitud con el bambu... el simple hecho de esperar ha hecho que esas raices sean extremadamente fuertes y se que si continuo regando y abonando, mas tarde o mas temprano llegara a crecer hasta limites insospechados...

Mickey mouse :)